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jueves, 28 de mayo de 2015

Testimonios de adolescentes sobre el juego "Charlie charlie"

Historia
     Charly es una suerte de ”ayudante” del Diablo, un captor de esencias mortales, sumamente astuto. Existe un juego muy popular denominado ”pregúntale a Charly”, que responderá a lo que propongas con un sí o un no. Pero graba lo siguiente en tu mente: nunca preguntes sobre la muerte, amor o dinero porque no suele agradar lo que se escucha. Las reglas del juego dictan así: con la misma persona que entraste debes concluir el juego, no pongas a otras personas en riesgo bajo ningún concepto, el ente que te responde puede cambiar, no obligues a otros a participar, y si el ente lo desea, tu condena te encerrará en "su" más allá por siempre.
    Ana era mi mejor amiga de la infancia. Ambas éramos muy curiosas y nos encantaba experimentar con cosas sobrenaturales. Por ser muy inexpertas no conocíamos esas reglas. Primero preguntamos lo que cualquier niña quisiera saber: "¿Me casaré joven?”, ”¿tendré muchos hijos?”, etc.
      Hechas dichas preguntas, Ana inquirió con tono decisivo: ”Alguna de nosotras morirá pronto?”. La respuesta fue un ”sí”. Ana no se atrevió a preguntar quién de las dos sería. Yo me aterré; tampoco me atreví. Así que dije: ”Charly, Charly, ¿me puedo salir del juego?". Pero la respuesta fue un no. Dejamos de jugar ese día, y lamentablemente perdí contacto con Ana. Una semana después me enteré de que había enfermado. La fui a visitar a su casa. Su madre me dijo que solo podría estar 10 minutos o menos porque ella parecía encontrarse muy grave, pero yo no sabía qué tenía (o creo que no lo recuerdo) cuando entré a verla. Ella quería terminar el juego. Preguntamos si podíamos salir del juego y la respuesta permanecía en un rotundo "no". Transcurrieron 5 minutos. Ana empezó a vomitar, luego me aseguró que era normal cuando se incorporó. Interrumpí el juego. Entonces Ana se deshizo en espasmódicas convulsiones, temblando frenéticamente. Grité llamando a su mamá, quien entró rápidamente con una expresión histérica. Antes de que yo dejase la habitación completamente, vi que Ana caía de su cama y golpeaba la mesita de vidrio puesta al costado, con tal fuerza que se le había hundido el cráneo. Muchísima sangre derramaba la herida abierta. La madre de Ana le contó a la mía lo sucedido. Por mi parte, no acepte ni negué lo sucedido ese día.
     El punto era este: ¿Has visitado el mundo de los muertos? Yo sí. Después de lo que le pasó a Ana, decidí investigar más sobre ese Charly. Descubrí las reglas del juego y comprendí que ella ya pertenecía al sinnúmero de prisioneros del ente: Ana me visitaba en mis sueños. Una noche me comentó que yo podía entrar a la dimensión en la que ella estaba atrapada y me explicó el procedimiento, el cual es bastante sencillo. Solo debes tener un gis, una piedra, como esa que adorna el fondo de las peceras (no recuerdo muy bien el nombre) y un espejo (que promete tu regreso). Era necesario concentrarse en las palabras que ella me recomendó (varían de acuerdo a la persona) y pronto me hallé en ese lugar, lleno de tinieblas profundas y eternas. Supe que podíamos salir del juego después de la muerte. Logré que ella burlase su destino en esa dimensión espantosa, y por fin pudo descansar en paz.
     Pero Charly me negó la salida. ¿La razón? Simple: quería utilizar mi ”don” para traer más muertos a este mundo. Yo me negué. Solo era una niña, no podría hacerlo ni quería. Cuando me libré del mundo de los muertos, mi poder se intensificó. Podía ver más ”almas”: cuán grande fue mi terror a causa de esto.
     Charly me hace daño desde entonces, Charly me retiene en su juego. Él me visita en mis sueños. Me dice que me ama, que nunca seré feliz y que quien juegue morirá por mi culpa.

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